Comencé a viajar por Brasil
Mi primera salida del país comenzó por Brasil, que aunque no es un destino tan popular para los venezolanos (supongo que por la barrera del idioma, yo que sé) pude comprobar que es un país bastante agradable. No solo por el trato tan cercano de las personas, sino por la calidad de vida que pude experimentar mientras estuve allí 5 meses.
Para ser honesta, Brasil llegó a mi sin buscarlo. De hecho, originalmente mis planes eran irme a México. Ya había investigado todo lo necesario. Desde pasajes, permisos, salidas, hasta hospedaje y ciudades baratas de México. Hasta había contactado con una amiga en Ciudad de México para llegar a su casa y compartir apartamento. Sin embargo, todos mis planes fueron modificados porque mi novio quería ir a Brasil a aprender otro idioma.
Al principio no estuve muy de acuerdo, pero luego de que hiciéramos ciertas negociaciones, decidimos ir primero a Brasil y luego a México, aunque ya fui a Argentina, Bélgica, Polonia, España, Turquía, Malasia, Indonesia, Corea del Sur y aún no llego a México 😂 me estafaron. No me arrepiento de nada, me lo he disfrutado un montón. También aprendí a hablar un poquito portugués y a entenderlo.
El viaje de Venezuela a Brasil
Luego de que los planes tuvieron que cambiar, me puse en contacto con un amigo en Brasil, que es venezolano y lo conozco desde hace muchos años, a este amigo vamos a llamarlo «el fotógrafo». El vive en Recife, al nordeste. Así que hablamos y quedé en llegar a su casa (para compartir el hospedaje).
Después de una larga odisea, que me llevó 3 días de viaje, dos de ellos en carretera, con 1 parada estratégica de toda una noche en Santa Elena de Uairen, por fin llegamos. Hice el recorrido entre carrito por puesto y Bus desde Puerto la cruz, Venezuela hasta Manaos, Brasil. Luego de ahí tomé un vuelo hasta Recife, que tuvo una escala en Brasilia.
Mi amigo nos recibió con un taxi para llevarnos a su casa y listo, llegamos a una zona muy bonita de Pernambuco, conocida como Porto de Galinhas, en donde vivimos 3 meses. Teníamos la playa a 300 metros de la casa y el pueblo fue muy acogedor. No les miento cuando les digo que me sentí parte de ese lugar. Aunque todo muy bonito hasta aquí, esperen porque comienza la mejor parte.
¿Quienes vivíamos en esa Casa?
Si bien, cuando llegué en primera instancia a Brasil, lo hice a casa de mi amigo el fotógrafo, el mismo que me buscó en el aeropuerto. Mi amigo compartía casa con otro amigo (que ahora también es amigo nuestro) pero este amigo al que llamaremos el Buzo (porque busea, Dahh) tenía un rejunte (culito, mujer, rascabuche, peor es nada, que sé yo, pero no era «novia»). Esta mujer, que definitivamente fue la causante de muchos alborotos en esa casa y en nuestra relación de amigos todos, la llamaremos «La cleptómana».
En casa habían 2 cuartos, el cuarto principal donde vivía mi amigo el Buzo y el segundo cuarto que tenia 3 camas individuales y compartíamos cuarto con mi amigo el fotógrafo. Todo realmente bien. El buzo y el fotógrafo trabajaban casi todo el día, se iban bien temprano porque trabajaban en la playa. La casa estaba sola hasta las 5 de la tarde que ellos llegaban. Lo cual era genial para trabajar en silencio durante el día.
Los fines de semana, desde los viernes, se venía a la casa la cleptómana a darle amor a mi amigo el buzo. Ella es brasilera, al principio parecía una buena persona. Le gustaba conversar. Nos hacia comida brasilera sin que nosotros se lo pidiéramos, era bastante servicial. ¿Quién puede desconfiar de la hospitalidad de alguien que apenas va conociendo? Yo no lo hice, es que en serio todo era muy bien. Nada raro hasta los momentos.
La cleptómana comenzó a dar signos de que andaba algo mal
Después de un tiempo, ella comenzó a tener problemas con mi amigo el buzo. Porque como les digo, él la tenía como un «peor es nada» y ella creyó que podían ser algo mas y ahí comenzó todo el drama. La cleptómana a pesar de que ya no estaba con mi amigo el buzo, se hizo amiga de mi amigo el fotógrafo. Así que esta mujer con la excusa de visitar al fotógrafo, seguía yendo los fines de semana a quedarse a la casa. Pero nosotros (José Miguel y yo) normal, porque cada quien en su peo. Yo miraba de lejos comiendo palomitas de maíz ese drama.
Un día de esos que ella fue a quedarse a la casa (porque tenía carro) llegó de pronto con una caja grande de condones y diciendo que eso se lo habían dado en donde trabajaba. Mi amigo el fotógrafo todo inocente, agarro su caja de condones y normal. Todo normal enserio. ¿Ven algo raro en esta historia? Para nada. Pero si lo había y nadie se dio cuenta hasta después de unos cuantos acontecimientos más.
Ella y yo nos hicimos «amigas», ella quería aprender español y a mi me servía para aprender mi portugués. Sin embargo, cada vez que hablábamos, lo que hacia era quejarse del buzo y hablar cosas negativas de él. Como mujer, intentaba ser empática aunque ese no fuese mi peo. Un día, la estuvieron llamando muchas veces y ella ignoraba el teléfono. Después de un rato, me dijo que contestara y que dijera que estaban equivocados.
Luego ella me contó, que según alguien había puesto su número en un banco y siempre la estaban llamando equivocadamente para decirle que pagara una tarjeta de crédito y así. Pero que no era ella y que según ya estaba cansada de responder y decir que era «número equivocado». Bueno, admito que eso si era sospechoso pero a ver, no tuve malicia, My BAD.
Nos vemos en el próximo artículo, donde te contaré que nos hizo esta mujer loca.